La historia nos enseña que la Intendencia nació con la guerra misma y acompaña a todos los Ejércitos en las pequeñas y grandes campañas. El éxito en las operaciones militares está siempre aunado a una logística apropiada. Los griegos, los romanos y otros pueblos guerreros victoriosos, al expandir sus dominios, comprobaron un principio fundamental orientado a la explotación de los recursos y a su organización, en beneficio de las tropas combatientes. Este requisito ayuda a que los auxilios y abastecimientos lleguen siempre a la primera línea. Allí nació la función principal de este servicio.
Cuando ha fallado la Intendencia en el cumplimiento de su misión, ella ha contribuido con el fracaso de los comandantes. Cuando estos comandantes han descuidado este pilar de la guerra, no han tenido éxito en la contienda. Suficientes ejemplos son los Ejércitos de Napoleón y Hitler que, después de sus grandes campañas en Europa, fracasaron en el frente ruso por las fallas en sus planes logísticos, afectados no solamente por el tiempo, sino también por la carencia de abastecimientos. Esto determinó la disminución de la moral en las tropas de primera línea, combatientes de élite y experimentados, que fueron presa fácil de la derrota a manosde las fuerzas muy inferiores y menos dotadas. Napoleón, en su tiempo, por experiencia propia, dijo: “Los Ejércitos marchan sobre sus estómagos”.
Con el tiempo y por el desarrollo de las sociedades, se estableció un sistema económico que organiza el universo. Los Ejércitos, al ser parte intrínseca de esas sociedades, asumen el sistema y, dentro de su organización, también man jan esa responsabilidad. Esta función del noble servicio de Intendencia se ha constituido en la arteria principal de las actividades de abastecimiento, mantenimiento de los artículos Clase I, II y IV de Intendencia, necesarios para un Ejército.